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miércoles, 18 de mayo de 2016

Qué dulce locura.

Cuando crees que todo ha terminado,
cuando crees que el dolor se ha ido
y cuando crees que ha llegado el olvido,
se presenta en tu camino como si el destino se hubiera acostumbrado a verte llorar,
aparece y una bomba de emociones recorre tu cuerpo,
mariposas en el vientre, hormigas en la piel, cosquilleos repentinos, dolor en el pecho, falta de aire… y todo eso, resumido en recuerdos.
Recuerdos
Una sola palabra que te crea tantos sentimientos por tu cuerpo que tu estado anímico cambia por completo. Tu cerebro desconecta y quedas perpleja.

Y recuerdas, comienzas a pensar, y de repente, él. Ahí está él, cuando estaba ya casi saliendo por la puerta llega y decide quedarse un rato más. 
Y duele, vuelve a doler, duele tanto que lloras y vuelves a la rutina, querida rutina.
Te echaba de menos... ¿’’Te’’?, no; le. Le echaba de menos. 
Echaba de menos escribir para él y echaba de menos recordar los momentos que pasé con él, 
pero preciosa rutina, no recordaba que tuviera tanto dolor, no recordaba que hería tanto el alma al recordar su sonrisa. 
Y que contradicción tan tonta y dolorosa aquella, que te vuelve loca pensar en su sonrisa y a la vez te consume porque, al fin y al cabo, es sólo eso, un recuerdo. 
Te consumes poco a poco y tu corazón muere a cada segundo que le ves en cada calle, cada segundo y cada minuto de tu rutina te mata y descompone como el tabaco. 

¡Pero qué dulce locura esta de los recuerdos!

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