Seguidores

sábado, 28 de mayo de 2016

Nadie lo hará por ti.

Escribiendo en el mismo lugar y a la misma hora,
con la misma música y con las mismas ganas,
con el tiempo justo y con la mirada clavada en la pantalla.

Con los cascos puestos y con el alma expuesta en el teclado.
Con los dedos bailando al son de las letras musicales,
escribiendo cosas sin sentido que salen de mi corazón.
Me paro a mirar a mi alrededor

y de repente todo se vuelve negro,
de repente no logro encontrar la manera de salir de este oscuro pasado que no me deja vivir el largo presente.

Y así, enseguida, consigo luchar contra el pensamiento negativo que no me deja escapar,
y sonrío hacia el cielo y en ese instante respiro y entiendo que la vida es un momento.

Que debes proseguir tu camino aunque estés encadenado a ese amor pasado.
Aunque estés encerrado en un sótano lleno de esperanza e ilusión.

Debes correr y huir, no mirar atrás, no retroceder.

Debes inventar un nuevo día,
Imaginar un nuevo amanecer,
Y crecer como una nueva niña.

Debes correr con la misma ansia a cuando le veías y deseabas abrazarle.
Debes escribir, cantar y bailar con las mismas ganas que tenías de dormir junto a él.
Debes de aguantar el frío como cuando lo hacías junto a sus brazos.

Debes vivir y sonreír,

Porque nadie, absolutamente nadie lo hará por ti. 

viernes, 27 de mayo de 2016

A todos los padres y madres del planeta.


¿Por qué éramos tan felices de pequeños?

Nos hartábamos de reír y de llorar, pero no nos importaba porque sabíamos que siempre iban a estar nuestros padres a nuestro lado, riendo o llorando junto a nosotros. 
Sabíamos que no estábamos solos y por eso vivíamos la vida al máximo sin importar nada; por eso éramos totalmente felices, porque éramos libres, nuestras alas estaban completamente expandidas por la habitación y volábamos por todos aquellos lugares que queríamos, pues nuestros padres nos acompañarían hasta al fin del mundo. 
Y cuando les cabreábamos se reían porque éramos tan indefensos, tan tiernos y tan dulces, con esa inocencia y esa mirada que gritaba al mundo que siempre seríamos felices, que jamás haríamos daño a nadie. 
Se reían porque nosotros lo hacíamos, porque nosotros les asegurábamos que nuestra felicidad era real, y que nuestra sonrisa era 100% verdadera, que no había nada de falso en esa alegría. Todo era tan fácil… siempre había solución para todo porque en cuanto teníamos un problema allí estaban ellos para ayudarnos y hacernos meter en la cabeza que ellos eran y serán los únicos que nos ayudarán por siempre jamás. 
Y cuando estábamos desconcertados o no entendíamos algo ellos se armaban de paciencia y nos explicaban aquello hasta que lo entendiéramos a la perfección.
Entonces, ¿por qué éramos tan felices de pequeños?


Por ellos
Sí. Porque ellos nos lo dieron todo desde el primer segundo en el que respiramos oxígeno. 
Porque ellos nos cuidaron desde el minuto 1, porque ellos fueron quienes dieron la vida por nosotros, porque ellos y sólo ellos se merecen todo el amor del mundo. 
Porque ellos son las únicas personas que sufren día a día por nosotros, porque tienen miedo de perdernos, porque cada día es un día más pero también un día menos y porque no quieren que nos vayamos de sus vidas, porque nos necesitan, porque nos aman y nos miman.
Porque nos dan lo máximo, más de lo que a veces podrían, porque quieren lo mejor para nosotros, porque ellos y sólo ellos, son la clara explicación de nuestra felicidad, y por eso os doy las gracias, papá y mamá, muchísimas gracias, a vosotros porque me disteis la vida y aún me la seguís dando a cada segundo, cuando me sonreís, me abrazáis o me habláis, y a todos los padres de este mundo por dejar sus vidas a un lado y darlo todo por un bebé, por hacernos crecer y madurar, por hacernos aprender, por valorarnos, por querernos, gracias, padres y madres de todo el mundo, pero sobretodo, gracias, papá y mamá, siempre os querré más que a cualquier cosa en este mundo.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Qué dulce locura.

Cuando crees que todo ha terminado,
cuando crees que el dolor se ha ido
y cuando crees que ha llegado el olvido,
se presenta en tu camino como si el destino se hubiera acostumbrado a verte llorar,
aparece y una bomba de emociones recorre tu cuerpo,
mariposas en el vientre, hormigas en la piel, cosquilleos repentinos, dolor en el pecho, falta de aire… y todo eso, resumido en recuerdos.
Recuerdos
Una sola palabra que te crea tantos sentimientos por tu cuerpo que tu estado anímico cambia por completo. Tu cerebro desconecta y quedas perpleja.

Y recuerdas, comienzas a pensar, y de repente, él. Ahí está él, cuando estaba ya casi saliendo por la puerta llega y decide quedarse un rato más. 
Y duele, vuelve a doler, duele tanto que lloras y vuelves a la rutina, querida rutina.
Te echaba de menos... ¿’’Te’’?, no; le. Le echaba de menos. 
Echaba de menos escribir para él y echaba de menos recordar los momentos que pasé con él, 
pero preciosa rutina, no recordaba que tuviera tanto dolor, no recordaba que hería tanto el alma al recordar su sonrisa. 
Y que contradicción tan tonta y dolorosa aquella, que te vuelve loca pensar en su sonrisa y a la vez te consume porque, al fin y al cabo, es sólo eso, un recuerdo. 
Te consumes poco a poco y tu corazón muere a cada segundo que le ves en cada calle, cada segundo y cada minuto de tu rutina te mata y descompone como el tabaco. 

¡Pero qué dulce locura esta de los recuerdos!