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miércoles, 2 de diciembre de 2015

El poder.

Es agotador. La rutina es agotadora.
Cada día te levantas pensando que vas a hacer lo mismo que el día anterior. Ir a clase, atender, estudiar y sacar buenas notas. Ver las mismas caras y aguantar las mismas ofensas y las eternas caras de asco.
Es agotador todo hasta ahora. Y no hay palabra mejor que lo exprese. Ese sentimiento. Cero ilusiones, es todo monótono y continuo, siempre lo mismo, como si fuéramos marionetas de una obra que se repite una y otra vez.
Cansa.
Vas acumulando ese sentimiento hasta que explotas. Explotas y todos salen perjudicados, y lo peor es que no puedes hacer nada para solucionarlo pero el caso es que has pringado a todo aquel que te quiere. Y les haces daño. Y al final, te destruyes. Tú te destruyes, poco a poco y pedazo a pedazo, sin que nadie se dé cuenta, sin que nadie se entere, te vas rompiendo a trozos  como si fueras un mísero cristal. Y te acabas cortando, caes al suelo y te cortas con el susodicho. Y te alegras. Eso es lo peor. Te alegras de dañarte, pues, ¡eres culpable de todo!... de toda la rutina que tú no has inventado pero que tienes que acatar, que tienes que aguantar y apreciar. Porque si no lo haces serías rara claro, sería un ser extraño no aceptado por la sociedad. Pero bueno, ¿qué más da ya eso?, si a día de hoy el ser extraño lo eres hasta por haber nacido en un lugar u otro. ¿Qué será lo próximo?
Gran pregunta y gran respuesta.

No esperéis a que os la diga. Cada mente dirá algo distinto. Pero sí, eso que se te ha pasado o pasará por la cabeza, esa locura, acabará ocurriendo porque, esto cada vez va a peor y nos estamos destrozando a nosotros mismos por culpa de algo que a día de hoy si no tienes, pierdes, el poder.

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