Miras al cielo y no ves más que lucecitas en un océano de
oscuridad,
que gritan y
adivinan, cuál es tu malestar.
Que desean que sonrías, que cantes al compás, pero tienen
claro que ese día no lo harás.
Que ese día solo ves
la oscuridad, ese océano profundo el cual no quieres navegar.
Solo huir, nadar, hasta un límite quizás,
pues es el límite que
tú misma no quisiste sobrepasar.
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