Entramos en invierno y volvemos a lo negro.
Negro dolor, negro tristeza,
o al menos nuestro corazón.
Días de invierno que huelen a recuerdo.
Meses de manta y música,
de llanto y mirada fija,
mirada intensa,
que recita.
Recita cada día que pasamos juntos,
porque éramos poema,
y a cada verso me hacías más grande,
y a cada letra, más amarte.
Amarte de madrugada,
amarte por la noche y entre sábanas.
Quererte como ejemplo,
buscarte porque quiero.
Quiero volver a esos días,
quiero volver
al triste recuerdo.
Pero todo poema tiene final,
y todo verso acaba,
como en la vida real.
Podrá haber muchos capítulos,
pero el libro debe cerrarse,
y que llegue el final.
Y nuestro poema podría haber seguido una eternidad más,
pero la gente se habría cansado de leerlo,
y nosotros nos habríamos cansado de querernos.
Así que posiblemente, la opción más razonable,
era acabar este bonito poema,
poner final a nuestra gran historia.
Pero dolía tanto poner ese punto y final,
que guardé el secreto hasta ahora,
y es que nuestra historia, jamás acabó,
pues en medio verso quedó,
por si algún día,
decides volver, poner una coma, y el tiempo, ya decidirá después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario