El ruido de un chasquido, de una moto,
el ruido del viento, de un te quiero.
La felicidad del día,
la felicidad prohibida.
Caricias en la mano,
más abajo.
Abrazos infinitos,
que te llenan,
que te matan.
Que te hieren,
basta.
Basta, de parar,
de parar porque duele,
duele ser recuerdo,
duele más que un beso.
Beso de los tuyos,
de los nuestros,
de los bonitos.
Como tú, precioso y pasado,
como todo cuento olvidado.
Se queda allí, aislado,
y sólo la princesa,
lo acaba grabando.
Grabando en su mente,
inteligente, pero perdida,
perdida en tus ojos, que aun respiran.
Respiran de amor y odio,
de rencor, y mientras tanto mi corazón
sigue latiendo tan fuerte, tan tan fuerte,
como aquella moto,
como un demonio.
Ese que se ha metido dentro de mí,
y no le dejo salir.
Pues en cualquiera busco la felicidad,
aunque sea en los cuentos de miedo,
que jamás acabarán.
Me encanta tu blog y tu manera de escribir.
ResponderEliminarSupongo que, como siempre, no hay una palabra que consiga describir lo que sentimos, pero te leo y me identifico muchas veces, me encanta
Muchísimas gracias por tus palabras. Cosas como estas me hacen seguir adelante con esto.
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